INTERVENCIÓN DEL SUBCOMANDANTE MARCOS EN LA SESIÓN MATUTINA DEL 4 DE ENERO DEL 2009.
Buenas tardes.
Está con nosotros Don Luis Villoro. Si me permite, el compañero Luis Villoro.
Su cercanía a los pueblos indios de este país no es posterior a 1994, sino que lo antecede en varios calendarios.
En nuestro caso, las zapatistas, los zapatistas, su apoyo ha sido vital. Lo diré llanamente: más de uno, de una, en las comunidades indígenas, está viva, vivo, y luchando gracias al apoyo de este hombre. Y nunca, nunca, insinuó siquiera que esperara algo a cambio de su apoyo, cosa que sí hicieron otros, otras.
En él hemos encontrado un oído generoso y, desde que salimos a la luz pública, ha tratado de entendernos, y sus pensamientos no pocas veces han sido el combustible de nuestro paso. Y no saben ustedes los difícil que ha sido encontrar, en estos 15 años, a alguien que trate de entendernos y no de juzgarnos.
Con él, como con otros, hemos tenido y tenemos diferencias, y nuestras discusiones han sido agrias no pocas veces, como el que se refiere al movimiento estudiantil que hace 10 años y desde la UNAM, nos asombró y nos enseñó a los zapatistas.
Con todas estas diferencias, nunca ha habido en nuestro corazón la menor duda de sus convicciones y compromisos del lado de acá, abajo y a la izquierda.
Catalogar al que piensa diferente de nosotros como de “derecha”, como una torpe y ruin pancarta declaraba ayer, es una manifestación de una tendencia impositiva hecha, paradójicamente, por quienes dicen reivindicar lo libertario. Tal vez no sé mucho, pero hasta donde alcanzo, el anarquismo libertario no exime de conocer. Y hay que conocer antes de juzgar y condenar.
Es un honor, Don Luis, tenerlo hoy de nuestro lado, como de por sí ha sido desde hace 15 años.
El mundo que soñamos no es uno con unanimidad de pensamiento, así sea el nuestro, el zapatista, ni con la hegemonía impuesta que ella conlleva.
Salud Don Luis, sólo queríamos decirle que tiene usted, desde hace luengos calendarios, un lugar en el moreno corazón que nos anima.
Se supone que, después de la intervención de Moy, del Teniente Coronel Insurgente Moisés, yo les leería un cuento. Ya será después, ahora tenemos qué decir algo diferente. Va:
De siembras y cosechas.
Tal vez lo que voy a decir no venga al caso de lo que es el tema central de esta mesa, o tal vez sí.
Hace dos días, el mismo en el que nuestra palabra se refirió a la violencia, la inefable Condoleezza Rice, funcionaria del gobierno norteamericano, declaró que lo que estaba pasando en Gaza era culpa de los palestinos, por su naturaleza violenta.
Los ríos subterráneos que recorren el mundo pueden cambiar de geografía, pero entonan el mismo canto.
Y el que ahora escuchamos es de guerra y de pena.
No muy lejos de aquí, en un lugar llamado Gaza, en Palestina, en Medio Oriente, aquí al lado, un ejército fuertemente armado y entrenado, el del gobierno de Israel, continúa su avance de muerte y destrucción.
Los pasos que ha seguido son, hasta ahora, los de una guerra militar clásica de conquista: primero un bombardeo intenso y masivo para destruir puntos militares “neurálgicos” (así les dicen los manuales militares) y para “ablandar” las fortificaciones de resistencia; después el férreo control sobre la información: todo lo que se escuche y vea “en el mundo exterior”, es decir, externo al teatro de operaciones, debe ser seleccionado con criterios militares; ahora fuego intenso de artillería sobre la infantería enemiga para proteger el avance de las tropas a nuevas posiciones; después será el cerco y sitio para debilitar a la guarnición enemiga; después el asalto que conquiste la posición aniquilando al enemigo, después la “limpieza” de los probables “nidos de resistencia”.
El manual militar de guerra moderna, con algunas variaciones y agregados, está siendo seguido paso a paso por las fuerzas militares invasoras.
Nosotros no sabemos mucho de esto y, es seguro, hay especialistas sobre el llamado “conflicto en Medio Oriente”, pero desde este rincón algo tenemos que decir:
Según las fotos de las agencias noticiosas, los puntos “neurálgicos” destruidos por la aviación del gobierno de Israel son casas habitación, chozas, edificios civiles. No hemos visto ningún bunker, ni cuartel o aeropuerto militar, o batería de cañones, entre lo destruido. Entonces nosotros, disculpen nuestra ignorancia, pensamos que o los artilleros de los aviones tienen mala puntería o en Gaza no existen tales puntos militares “neurálgicos”.
No tenemos el honor de conocer Palestina, pero nosotros suponemos que en esas casas, chozas y edificios habitaba gente, hombres, mujeres, niños y ancianos, y no soldados.
Tampoco hemos visto fortificaciones de resistencia, sólo escombros.
Hemos visto, sí, el hasta ahora vano esfuerzo de cerco informativo y a los distintos gobiernos del mundo dudando entre hacerse patos o aplaudir la invasión, y una ONU, ya inútil desde hace tiempo, sacando tibios boletines de prensa.
Pero esperen. Se nos ha ocurrido ahora que tal vez para el gobierno de Israel esos hombres, mujeres, niños y ancianos son soldados enemigos y, como tales, las chozas, casas y edificios donde habitan son cuarteles que hay que destruir.
Entonces seguramente los fuegos de artillería que esta madrugada caían sobre Gaza eran para proteger de esos hombres, mujeres, niños y ancianos el avance de la infantería del ejército de Israel.
Y la guarnición enemiga a la que quieren debilitar con el cerco y sitio que se está tendiendo en torno a Gaza no es otra cosa que la población palestina que ahí vive. Y que el asalto buscará aniquilar a esa población. Y que cualquier hombre, mujer, niño o anciano que logre escapar, escondiéndose, del asalto previsiblemente sangriento, será luego “cazado” para que la limpieza se complete y el mando militar al mando de la operación pueda reportar a sus superiores “hemos completado la misión”.
Disculpen de nuevo nuestra ignorancia, tal vez lo que estamos diciendo no venga, en efecto, al caso, o cosa, según. Y que en lugar de estar repudiando y condenando el crimen en curso, como indígenas y como guerreros que somos, deberíamos estar discutiendo y tomando posición en la discusión sobre si “sionismo” o “antisemitismo”, o que en el principio fueron las bombas de Hamas.
Tal vez nuestro pensamiento es muy sencillo, y nos faltan los matices y acotaciones tan necesarios siempre en los análisis pero, para nosotras, nosotros, zapatistas, en Gaza hay un ejército profesional asesinando a una población indefensa.
¿Quién que es abajo y a la izquierda puede permanecer callado?
¿Sirve decir algo? ¿Detienen alguna bomba nuestros gritos? Nuestra palabra, ¿salva la vida de algún niño palestino?
Nosotros pensamos que sí sirve, que tal vez no detengamos una bomba ni nuestra palabra se convierta en un escudo blindado que evite que esa bala calibre 5.56 mm o 9 mm, con las letras “IMI”, “Industria Militar Israelí” grabadas en la base del cartucho, llegue al pecho de una niña o un niño, porque tal vez nuestra palabra logre unirse a otras en México y el mundo y tal vez primero se convierta en murmullo, luego en voz alta, y después en un grito que escuchen en Gaza.
No sabemos ustedes, pero nosotros y nosotras, zapatistas del EZLN, sabemos lo importante que es, en medio de la destrucción y la muerte, escuchar unas palabras de aliento.
No sé cómo explicarlo, pero resulta que sí, que las palabras desde lejos tal vez no alcanzan a detener una bomba, pero son como si se abriera una grieta en la negra habitación de la muerte y una lucecita se colara.
Por lo demás, pasará lo que de por sí va a pasar. El gobierno de Israel declarará que le propinó un severo golpe al terrorismo, le ocultará a su pueblo la magnitud de la masacre, los grandes productores de armamento habrán obtenido un respiro económico para afrontar la crisis y “la opinión pública mundial”, ese ente maleable y siempre a modo, volteará a mirar a otro lado.
Pero no sólo. También va a pasar que el pueblo Palestino va a resistir y a sobrevivir y a seguir luchando, y a seguir teniendo la simpatía de abajo por su causa.
Y, tal vez, un niño o una niña de Gaza sobrevivan también. Tal vez crezcan y, con ellos, el coraje, la indignación, la rabia. Tal vez se hagan soldados o milicianos de alguno de los grupos que luchan en Palestina. Tal vez se enfrente combatiendo a Israel. Tal vez lo haga disparando un fusil. Tal vez inmolándose con un cinturón de cartuchos de dinamita alrededor de su cintura.
Y entonces, allá arriba, escribirán sobre la naturaleza violenta de los palestinos y harán declaraciones condenando esa violencia y se volverá a discutir si sionismo o antisemitismo.
Está con nosotros Don Luis Villoro. Si me permite, el compañero Luis Villoro.
Su cercanía a los pueblos indios de este país no es posterior a 1994, sino que lo antecede en varios calendarios.
En nuestro caso, las zapatistas, los zapatistas, su apoyo ha sido vital. Lo diré llanamente: más de uno, de una, en las comunidades indígenas, está viva, vivo, y luchando gracias al apoyo de este hombre. Y nunca, nunca, insinuó siquiera que esperara algo a cambio de su apoyo, cosa que sí hicieron otros, otras.
En él hemos encontrado un oído generoso y, desde que salimos a la luz pública, ha tratado de entendernos, y sus pensamientos no pocas veces han sido el combustible de nuestro paso. Y no saben ustedes los difícil que ha sido encontrar, en estos 15 años, a alguien que trate de entendernos y no de juzgarnos.
Con él, como con otros, hemos tenido y tenemos diferencias, y nuestras discusiones han sido agrias no pocas veces, como el que se refiere al movimiento estudiantil que hace 10 años y desde la UNAM, nos asombró y nos enseñó a los zapatistas.
Con todas estas diferencias, nunca ha habido en nuestro corazón la menor duda de sus convicciones y compromisos del lado de acá, abajo y a la izquierda.
Catalogar al que piensa diferente de nosotros como de “derecha”, como una torpe y ruin pancarta declaraba ayer, es una manifestación de una tendencia impositiva hecha, paradójicamente, por quienes dicen reivindicar lo libertario. Tal vez no sé mucho, pero hasta donde alcanzo, el anarquismo libertario no exime de conocer. Y hay que conocer antes de juzgar y condenar.
Es un honor, Don Luis, tenerlo hoy de nuestro lado, como de por sí ha sido desde hace 15 años.
El mundo que soñamos no es uno con unanimidad de pensamiento, así sea el nuestro, el zapatista, ni con la hegemonía impuesta que ella conlleva.
Salud Don Luis, sólo queríamos decirle que tiene usted, desde hace luengos calendarios, un lugar en el moreno corazón que nos anima.
Se supone que, después de la intervención de Moy, del Teniente Coronel Insurgente Moisés, yo les leería un cuento. Ya será después, ahora tenemos qué decir algo diferente. Va:
De siembras y cosechas.
Tal vez lo que voy a decir no venga al caso de lo que es el tema central de esta mesa, o tal vez sí.
Hace dos días, el mismo en el que nuestra palabra se refirió a la violencia, la inefable Condoleezza Rice, funcionaria del gobierno norteamericano, declaró que lo que estaba pasando en Gaza era culpa de los palestinos, por su naturaleza violenta.
Los ríos subterráneos que recorren el mundo pueden cambiar de geografía, pero entonan el mismo canto.
Y el que ahora escuchamos es de guerra y de pena.
No muy lejos de aquí, en un lugar llamado Gaza, en Palestina, en Medio Oriente, aquí al lado, un ejército fuertemente armado y entrenado, el del gobierno de Israel, continúa su avance de muerte y destrucción.
Los pasos que ha seguido son, hasta ahora, los de una guerra militar clásica de conquista: primero un bombardeo intenso y masivo para destruir puntos militares “neurálgicos” (así les dicen los manuales militares) y para “ablandar” las fortificaciones de resistencia; después el férreo control sobre la información: todo lo que se escuche y vea “en el mundo exterior”, es decir, externo al teatro de operaciones, debe ser seleccionado con criterios militares; ahora fuego intenso de artillería sobre la infantería enemiga para proteger el avance de las tropas a nuevas posiciones; después será el cerco y sitio para debilitar a la guarnición enemiga; después el asalto que conquiste la posición aniquilando al enemigo, después la “limpieza” de los probables “nidos de resistencia”.
El manual militar de guerra moderna, con algunas variaciones y agregados, está siendo seguido paso a paso por las fuerzas militares invasoras.
Nosotros no sabemos mucho de esto y, es seguro, hay especialistas sobre el llamado “conflicto en Medio Oriente”, pero desde este rincón algo tenemos que decir:
Según las fotos de las agencias noticiosas, los puntos “neurálgicos” destruidos por la aviación del gobierno de Israel son casas habitación, chozas, edificios civiles. No hemos visto ningún bunker, ni cuartel o aeropuerto militar, o batería de cañones, entre lo destruido. Entonces nosotros, disculpen nuestra ignorancia, pensamos que o los artilleros de los aviones tienen mala puntería o en Gaza no existen tales puntos militares “neurálgicos”.
No tenemos el honor de conocer Palestina, pero nosotros suponemos que en esas casas, chozas y edificios habitaba gente, hombres, mujeres, niños y ancianos, y no soldados.
Tampoco hemos visto fortificaciones de resistencia, sólo escombros.
Hemos visto, sí, el hasta ahora vano esfuerzo de cerco informativo y a los distintos gobiernos del mundo dudando entre hacerse patos o aplaudir la invasión, y una ONU, ya inútil desde hace tiempo, sacando tibios boletines de prensa.
Pero esperen. Se nos ha ocurrido ahora que tal vez para el gobierno de Israel esos hombres, mujeres, niños y ancianos son soldados enemigos y, como tales, las chozas, casas y edificios donde habitan son cuarteles que hay que destruir.
Entonces seguramente los fuegos de artillería que esta madrugada caían sobre Gaza eran para proteger de esos hombres, mujeres, niños y ancianos el avance de la infantería del ejército de Israel.
Y la guarnición enemiga a la que quieren debilitar con el cerco y sitio que se está tendiendo en torno a Gaza no es otra cosa que la población palestina que ahí vive. Y que el asalto buscará aniquilar a esa población. Y que cualquier hombre, mujer, niño o anciano que logre escapar, escondiéndose, del asalto previsiblemente sangriento, será luego “cazado” para que la limpieza se complete y el mando militar al mando de la operación pueda reportar a sus superiores “hemos completado la misión”.
Disculpen de nuevo nuestra ignorancia, tal vez lo que estamos diciendo no venga, en efecto, al caso, o cosa, según. Y que en lugar de estar repudiando y condenando el crimen en curso, como indígenas y como guerreros que somos, deberíamos estar discutiendo y tomando posición en la discusión sobre si “sionismo” o “antisemitismo”, o que en el principio fueron las bombas de Hamas.
Tal vez nuestro pensamiento es muy sencillo, y nos faltan los matices y acotaciones tan necesarios siempre en los análisis pero, para nosotras, nosotros, zapatistas, en Gaza hay un ejército profesional asesinando a una población indefensa.
¿Quién que es abajo y a la izquierda puede permanecer callado?
¿Sirve decir algo? ¿Detienen alguna bomba nuestros gritos? Nuestra palabra, ¿salva la vida de algún niño palestino?
Nosotros pensamos que sí sirve, que tal vez no detengamos una bomba ni nuestra palabra se convierta en un escudo blindado que evite que esa bala calibre 5.56 mm o 9 mm, con las letras “IMI”, “Industria Militar Israelí” grabadas en la base del cartucho, llegue al pecho de una niña o un niño, porque tal vez nuestra palabra logre unirse a otras en México y el mundo y tal vez primero se convierta en murmullo, luego en voz alta, y después en un grito que escuchen en Gaza.
No sabemos ustedes, pero nosotros y nosotras, zapatistas del EZLN, sabemos lo importante que es, en medio de la destrucción y la muerte, escuchar unas palabras de aliento.
No sé cómo explicarlo, pero resulta que sí, que las palabras desde lejos tal vez no alcanzan a detener una bomba, pero son como si se abriera una grieta en la negra habitación de la muerte y una lucecita se colara.
Por lo demás, pasará lo que de por sí va a pasar. El gobierno de Israel declarará que le propinó un severo golpe al terrorismo, le ocultará a su pueblo la magnitud de la masacre, los grandes productores de armamento habrán obtenido un respiro económico para afrontar la crisis y “la opinión pública mundial”, ese ente maleable y siempre a modo, volteará a mirar a otro lado.
Pero no sólo. También va a pasar que el pueblo Palestino va a resistir y a sobrevivir y a seguir luchando, y a seguir teniendo la simpatía de abajo por su causa.
Y, tal vez, un niño o una niña de Gaza sobrevivan también. Tal vez crezcan y, con ellos, el coraje, la indignación, la rabia. Tal vez se hagan soldados o milicianos de alguno de los grupos que luchan en Palestina. Tal vez se enfrente combatiendo a Israel. Tal vez lo haga disparando un fusil. Tal vez inmolándose con un cinturón de cartuchos de dinamita alrededor de su cintura.
Y entonces, allá arriba, escribirán sobre la naturaleza violenta de los palestinos y harán declaraciones condenando esa violencia y se volverá a discutir si sionismo o antisemitismo.
Y entonces nadie preguntará quién sembró lo que se cosecha.
Por los hombres, mujeres, niños y ancianos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, 4 de enero del 2009.
Por los hombres, mujeres, niños y ancianos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, 4 de enero del 2009.