Saludos a todxs lxs compañerxs presentes
Abrazamos a los compañerxs de la Cruz Negra Anarquista México por su 10 aniversario
Alvaro envía sus saludos y abrazos sinceros.
Comenzaré diciendo que este documento no es (ni pretende ser), un trabajo teórico, es una combinación de relatos y algunas consideraciones nuestras sobre la prisión política, contadas desde adentro y de afuera de una de las Cárceles de Nueva Generación recientemente construida en Oaxaca: El Centro Federal de Readaptación Social No 13, por sus siglas CEFERESO No 13.
Hasta el 17 de abril del presente año, se sumaron en total 10 meses y 7 días que Álvaro estuvo luchando por resistir contra el impacto y los efectos del “trabajo científico” (entre comillas), que sus verdugos estuvieron aplicándole permanentemente durante su estancia en el Laboratorio de Exterminio No 13, en Mengolí de Morelos, Miahuatlán, Oaxaca.
Hacemos la aclaración de que no es nuestra intención presentar a Álvaro como víctima, ni tampoco para hacer de él un caudillo o figurín en el que intentemos centrar todas las atenciones, es parte del trabajo de hacer visible que en México sí existe la prisión política y que ésta tiene diferentes nombres, rostros e historias de lucha, a pesar de que los malos gobiernos se empeñen en decir que en México existe democracia y se respetan las libertades políticas.
I.- El CEFERESO No. 13 desde afuera, basado en la tercera pieza del rompecabezas Loxicha.
El sistema penitenciario mexicano ha iniciado una transición en la que adopta rasgos de políticas penitenciarias estadounidenses, como parte de los compromisos internacionales adquiridos por el gobierno mexicano, por ejemplo, a través de la Iniciativa Mérida, en la que figuran penales de alta seguridad concesionados a empresas privadas.
Estructuras ultra controladas con tecnología de punta, sensores y detectores, inhibidores de señales de telefonía celular, 1.200 cámaras de vigilancia instaladas en todos los módulos de cada penal, conectados a un centro con 60 monitores, un equipo para ingreso controlado por rayos X, escáneres y detección molecular de drogas, cableado de fibra óptica para transporte e información de voz, datos e imagen, lectores biométricos para el control y registro facial, de voz, huellas dactilares y tomas de ADN de los internos.
El CEFERESO No 13, fue construido en el año 2012, con una inversión pública y privada de más de cuatro mil millones de pesos, tiene una capacidad máxima de alojamiento de 2 mil quinientos internos, fue construido en 22 meses sobre 187 hectáreas.
En el sexenio de Calderón (2006-2012) se planeó la fundación de 14 nuevos CEFERESOS, que incluía la construcción de 8 de ellos por la iniciativa privada y 6 más con fondos del gobierno federal. Con una capacidad total instalada para al menos 20 mil presos, 5 mil de ellos mujeres.
El 24 de marzo de 2013 Manuel Mondragón y Kalb, en ese entonces comisionado nacional de seguridad, anunció la construcción de otras diez prisiones de máxima seguridad con inversión de la iniciativa privada, con lo que el sistema penitenciario federal tendrá una capacidad de recluir hasta a 75 mil presos. Al mismo tiempo señaló que ya operan 13 CEFERESOS, 12 para hombres y uno para mujeres, otros seis están en construcción, lo que totalizaría 19 CEFERESOS, más los otros 10 que planean construir en este sexenio totalizarían 29 CEFERESOS de los cuales 18 serán construidos y concesionados sus servicios a la iniciativa privada.
Aunque muchos han sido denominados de “Mediana seguridad”, incluso cuentan con mayores niveles de seguridad que el CEFERESO 1 de Almoloya, siguiendo al modelo de cárcel de máxima seguridad estadounidense.
El personal de estos nuevos CEFERESOS es capacitado por personal estadounidense con fondos de la Iniciativa Mérida, primero en territorio estadounidense y luego en territorio mexicano.
“Empresarios como Carlos Slim, Olegario Vázquez Raña y las familias Hank y Quintana ya construyen prisiones gracias a que en el sexenio pasado Genaro García Luna, entonces secretario de Seguridad Pública, les abrió la puerta a ese esquema copiado de Estados Unidos. Pero voces disidentes alertan: Privatizar el sistema penitenciario es darle paso al crimen organizado para que lo controle, ahora sí formalmente.” (Reos... de la iniciativa privada, Rodrigo Veras, PROCESO 1906).
Indudablemente hay una política de engrosamiento de la población carcelaria en México, que no necesariamente significa más justicia, sino que por el contrario, ante los altos índices de corrupción significa más injusticia.
Entre 1994 y 2012 la población carcelaria en México se triplicó, pasando de 86 000 a 231 510 presos. El esquema de privatización de los CEFERESOS implica que algunas empresas obtendrán grandes ganancias tanto de la nueva política de engrosamiento de la población carcelaria como de la privatización de la construcción y mantenimiento de las nuevas cárceles de alta seguridad.
Los servicios de alimentación, lavandería y mantenimiento de esos CEFERESOS serán concesionados por 20 años, para que las empresas constructoras puedan recuperar los costos de construcción.
Las empresas que han construido estos nuevos CEFERESOS son:
CEFERESO No. 11 Hermosillo, Sonora, ICA, 4 200 millones de pesos,
CEFERESO No. 12 Ocampo, Guanajuato, ICA, 3,750 millones de pesos,
CEFERESO No. 13 Miahuatlán, Oaxaca, GIA, 5 mil millones de pesos,
CEFERESO No. 14 Gómez Palacio, Durango, Prodemex, 4 200 millones de pesos,
CEFERESO No. 15 Ramos Arispe, Coahuila, Tradeco, 4 mil millones de pesos,
CEFERESO No. 16 Cuatlán del Río, Morelos, Homex,
CEFERESO No. 17 Villa de Comaltitlán, Chiapas, Homex con Arendal-Umex-Antares, 2 500 millones de pesos,
CEFERESO No. 18 Apatzingán, Michoacán, Prodemex,
Complejo Penitenciario Federal Islas Marías, Nayarit No. 1, Homex,
Complejo Penitenciario Federal Noroeste Tepic, Nayarit No. 2, ICA
Complejo Penitenciario Federal Papantla, Veracruz No. 3, Tradeco.
En 2012 el primero de ocho CEFERESOS de máxima seguridad con financiamiento, construcción y administración privada fue inaugurado en Hermosillo, Sonora, por Felipe Calderón, Genaro García Luna de la SSP, y el embajador estadounidense Earl Anthony Wayne, estos tres nombres nos presentan a tres actores claves en la transformación de México en una nación carcelaria al estilo estadounidense. México ahora encarcela a 209 personas por cada 100,000, una figura que va a dispararse con el auge actual de construcción.
El nuevo sistema penitenciario en México tiene seis niveles de seguridad: 1.Mínima, 2. Mínima restrictiva, 3. Mediana, 4. Alta, 5. Máxima y 6. Súper Máxima. Las prisiones de súper máxima seguridad, ya construidas pero todavía no autorizadas por el Senado en la iniciativa de Ley Federal del Sistema Penitenciario todavía se catalogan como penales de máxima seguridad. Éstos se encuentran en Papantla, Tepic, Islas Marías y Perote, Veracruz.
En la ceremonia de inauguración del CEFERESO en Hermosillo, Felipe Calderón agradeció a Earl Anthony Wayne su apoyo a través de la Iniciativa Mérida en la capacitación y certificación de los custodios que operan dichos centros de reclusión. Tal capacitación ocurre en la Academia Nacional de Administración Penitenciaria (ANAP), inaugurada en 2008 con la presencia de militares mexicanos, asesores del Departamento de Estado de Estados Unidos y autoridades penitenciarias de la prisión ADMAX de súper máxima seguridad ubicada en Florence, Colorado.
A las grandes empresas carcelarias les conviene tener las prisiones llenas, lo que es un fuerte incentivo para encarcelar a más personas, prologando las penas y construir más prisiones. A las empresas les paga el Estado, y sus ganancias dependen de gastar lo menos posible en los prisioneros y las prisiones. El interés de las prisiones privadas no reside en el bien social de tener el menor número posible de internos, sino al contrario, en el mayor número posible, hospedados al menor costo posible, dando lugar al multimillonario negocio de la construcción de prisiones y de las industrias carcelarias.
II.- El CEFERESO No 13 desde adentro, basado en testimonios recientes de Álvaro Sebastián Ramírez.
El traslado:
La madrugada del 7 de junio del 2013, fueron sacados de la celda 22 de la Cárcel de Ixcotel, y llevados al patio central del penal, los obligaron a permanecer varias horas sentados en el piso con las manos atadas por la espalda, las piernas abiertas y la cabeza agachada. Uno por uno, 150 presos fueron subidos en autobuses de turismo con rumbo hasta ese momento desconocido.
Entre gritos y golpes, siempre con las manos atadas por la espalda, llegaron al CEFERESO No 13, ahí fueron recibidos por Policías Federales fuertemente armados, apertrechados y cubiertos del rostro, cada uno con perros entrenados para el sometimiento.
De nuevo se les obligó a permanecer sentados, otra vez agachados, con las piernas abiertas, las manos y pies esposados, con los perros ladrándoles en la cara.
"Algunos pidieron permiso para ir al baño pero a nadie le permitían siquiera levantar la cabeza, todas las indicaciones nos las daban con gritos y groserías, muchos se hicieron del baño ahí donde nos tenían sentados", comenta Álvaro.
La Despersonalización:
Después de varias y dolorosas horas de estar inmovilizado por los perros y los policías, después de varias horas de estar en posición dolorosa e incómoda, fueron desnudados por completo, revisados por los médicos, y rapados de la cabeza.
De ahora en adelante solo verían el color beige en sus ropas y su número de expediente en cada una de sus pocas pertenencias.
Aún no sabían que cada día serían obligados a desnudarse al salir y entrar de la celda y hacer sentadillas enfrente de los custodios y las custodias.
El aislamiento:
Al ingresar, son llevados al Centro de Observación y Clasificación, (C.O.C.), en donde el lapso mínimo es de 30 días completos en celdas de tres metros por tres metros, sin ventanas, sin espejos, con el excusado sin puertas ni paredes y colocado al centro de la celda, cámara de vigilancia, la luz encendida las 24 horas, todo en silencio, les tienen prohibido hablar entre ellos, no pueden dirigirse a los custodios mas que para decir si señor, eso si, sin alzar la cabeza ni la mirada, no tienen contacto con el aire libre, es el encierro absoluto.
La incomunicación:
El aislamiento sensorial, es la fase permanente, no poder tocar a nadie, no mirar a los ojos, no platicar, no hacer ruido, no cantar, es la incomunicación inmediata. Hacia afuera ni pensarlo, pasan lapsos muy largos para que les puedan autorizar alguna llamada a sus familiares o escribir cartas, siempre y cuando hayan demostrado buen comportamiento. En el caso de Álvaro, se le permitía llamar por teléfono solamente 10 minutos cada martes por la tarde, sin tener hora fija.
Las amenazas:
Una de las amenazas más frecuentes y que por cualquier motivo aplican a los presos, es que les pueden cancelar el derecho de visita a sus familiares por un año. El estado de tensión es permanente, además de que llegan a perder la noción del tiempo sin poder distinguir cuándo es de día y cuándo es de noche.
Coco wash o lavado de cerebro:
Los cursos y talleres de autoestima, valores y demás, impartidos por los y las psicólogas, del área de trabajo social, como si se tratara de una máquina reprogramable al estilo de la película “La naranja mecánica”, pretendiendo borrar de sus cerebros la información que desde arriba consideran “negativa”, y al mismo tiempo reprogramarlos con pensamientos “positivos”, que según los carceleros, les van a permitir reincorporarse a la sociedad.
Todos estos elementos y aún más son los que están aplicando para destruir al ser humano, para convertirlo en un dócil sirviente de los intereses del sistema.
Álvaro nos enseñó que resistir es vencer, que el no olvidar su lucha y el amor a su pueblo, es una fuente inagotable de esperanza y de fuerza para continuar a pesar de la adversidad.
Este es solamente un pequeño recuento, pero que a pesar de ser muy breve comienza a dibujar el perfil asesino de la sociedad del poder.
Presos Políticos del Mundo: ¡Libertad!
¡Libertad para los presos Loxicha!
¡Libertad para Álvaro Sebastián Ramírez!
¡Libertad a los Presxs Anarquistas!
La Voz de los Zapotecos Xiches en Prisión
Mayo 2014